20 mayo 2007

¡Ay, ay, ay, la botella de ron!

Tendría alrededor de 12 años cuando me regalaron La isla del tesoro (Robert Louis Stevenson, 1883).

Fué una experiencia increible leer aquellas páginas. Abría el libro y me llamaba Jim, y era el poseedor del mapa del tesoro del capitán Flint. Viajaba en la Hispaniola, casi podía sentir el viento soplando en mi cara. Era yo misma la que tenía que burlar la férrea vigilancia del John Silver.

Todavía suena en mi cabeza la canción del capitán:

Quince hombres van en el Cofre del Muerto.
¡Ay, ay, ay, la botella de ron!
La bebida y el diablo dieron con el resto.
¡Ay, ay, ay, la botella de ron!

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