30 octubre 2007

Invasión marciana

“Nadie hubiera creído, en los últimos años del siglo XIX, que a nuestro mundo lo observaban minuciosamente inteligencias mayores que las del hombre, aunque mortales como él; que, mientras los hombres se ocupaban de sus diversos asuntos, alguien los vigilaba y los estudiaba, quizá tan detalladamente como un hombre con un microscopio podría vigilar a las pequeñas criaturas que medran y proliferan en una gota de agua. Con infinita complacencia, los hombres fueron de un lado a otro por el planeta ocupándose de sus pequeños asuntos, seguros de su dominio sobre la materia. Tal vez los microbios que vemos al microscopio hacen lo mismo. Nadie pensó que los mundos más antiguos del espacio pudieran ser fuente de peligro para la humanidad. Sólo pensamos en ellos para desechar la idea de que pudieran albergar vida. Es extraño recordar los hábitos mentales de aquellos días. Cuando mucho, los hombres se imaginaban que en Marte vivían otros hombres, quizá inferiores a ellos y dispuestos a recibir emisarios terrestres. Pero a través de las enormes distancias espaciales, unas mentes que son a las nuestras como las nuestras a las de las bestias, unos intelectos vastos, fríos y crueles, miraban a la Tierra con envidia, y, lenta pero inexorablemente, fraguaron planes contra nosotros. Entonces, a principios del siglo XX, se produjo la gran revelación”

A finales de la década de los años 30, Orson Welles tenía un programa radiofónico en la CBS muy popular, en donde se recreaban adaptaciones de obras de literatura y de teatro. Pues bien, la noche del 30 de octubre de 1938 decidieron adaptar la obra de H.G.Wells, La Guerra de los Mundos.

Así se daba paso primero a un simple parte meteorológico, seguido de una breve ráfaga musical, siguió otro parte, sobre diversas explosiones gaseosas observadas en la superficie del planeta Marte. Más adelante en la transmisión se informaba de la caída de un meteorito en las inmediaciones de una granja del pequeño poblado de Grovers Mill en el estado de Nueva Jersey, que resultaba ser (siempre por la información que se daba en el programa) un vehículo espacial cilíndrico de unos 27 metros de diámetro.El flash informativo incluía una transmisión especial desde el lugar de los hechos en la que se escuchaba un extraño zumbido, la apertura del objeto volador, y una serie de explosiones que "sucedían" en los alrededores.
Y si los oyentes hubiesen sintonizado la CBS a las 20 horas en punto, habrían sabido que aquel "fin del mundo"... que aquella "invasión extraterrestre" no era más que una actualizada adaptación radiofónica de la ya célebre novela "La Guerra de los Mundos" de H. G. Wells... Más música y un informe de un meteorito cayendo en Grovers Mill, que resultaba ser una nave cilíndrica de la cual emergerían marcianos.

La entrada en acción de las fuerzas militares estadounidense e incluso la reacción del gobierno. Y hasta, el uso de nombres familiares, así como unsupuesto mensaje oficial sugido del propio gobierno federal de Estados Unidos leído por el Secretario del Interior de ese país (que dicho sea de paso era una clara imitación de la voz y el estilo del presidente Franklin Delano Roosevelt), creó un marco de credibilidad muy grande.

La "seriedad" del programa derivó de su realismo de estilo para el noticiero y los reportajes, incluyendo defectos normales en este tipo de transmisiones, como fallos o "silencios" accidentales (''baches'')...

Y el relato hasta hacia perder la noción del tiempo, de esa forma se hizo creer al auditorio que el reportero enviado a Grovers Mill "llegó en diez minutos" cuando apenas habían pasado tres desde el anuncio.

Cuando los extraterrestres abandonaron su vehículo, masacraron a la policía, a los bomberos, a los militares del lugar y a cuanto ser humano se cruzaba en su camino en poco segundos. La radio informaba sobre la necesidad de evacuar Nueva York, a la par de proporcionar datos sobre el éxodo masivo de miles de personas que ya tomaban las calles buscando salvarse de la barbarie extraterrestre.

A las 20:30 horas de esa noche miles de oyentes de la CBS habían abandonado ya sus receptores y sus casas. Esto provocó que en las calles se produjera la misma aglomeración de gente de la cual informaba ficticiamente la radio.

En el relato los invasores marcianos morían por los gérmenes y bacterias terrícolas... pero a pesar de ese final "feliz" de todas maneras ya había convocado la histeria de miles de personas. Las llamadas telefónicas se cruzaban por miles. Gente que llamaba a sus familiares, a la policía, al ejército, a los hospitales, a las radio y los diarios, haciendo preguntas y pidiendo auxilio. Por primera vez, en la historia, la radio había "creado" una realidad aparente.. virtual como le llamamos modernamente.

La gente llegó a rezar en sus casas y en las iglesias ante la inminencia del fin del mundo, e inclusive a algunas personas, sin duda influenciadas por la noticias, llegaron a llamar a radio y periódicos diciendo haber visto las explosiones y las llamaradas a las que se hacían referencia. Y hasta las mismísimas "naves marcianas".

Al día siguiente en el New York Times se podía leer: "La transmisión, que quebró la paz de los hogares, interrumpió servicios religiosos, creó embotellamientos de trafico y congestionó los sistemas de comunicaciones", fue una obra de Orson Welles, que como su radio-caraterización de La Sombra hizo que algunos adultos requirieran de atención médica por shocks e histeria.
Por ejemplo en Newark, y en una misma cuadra de Heddon Terrace y la avenida Hawthorne, más de 20 familias salieron de sus casas con pañuelos mojados cubriendo sus caras para huir de lo que creían era un raid con gases venenosos. Algunos incluso llevaban consigo los muebles que podían arrastrar".


Por último, no hay que olvidarse que el chaval que lió toda la madeja era un tal Orson Wells, de 23 añitos de edad. Ahí queda.

Para ver el guión de la obra pinchar aquí (en inglés)
Para escuchar la emisión original, pinchar aquí
Sobre cómo fueron sucediendo los "hechos", lo leí aquí.
Y la imagen corresponde a The War of the Wolds, editada en la revista Pearson's Magazine, 1897.

1 comentario:

raindrop dijo...

La verdad es que fue un montaje muy logrado.
Y me hace pensar en lo crédulos y sugestionables que somos los seres humanos con los medios de comunicación de masas (¡y la clase política lo sabe!).

Besos