17 junio 2008

Nuevo Emden

Esta es la historia de un hombre empecinado, valeroso, trabajador. Un hombre llamado Juan Aguiño Vidal.

Naturales de O Grove, Juan Aguiño y Antonio Vila deciden comprar un pequeño barco de 13 metros de eslora y una velocidad de 7 millas, con un motor de 36 CV, para dedicarse a lo único que ellos saben hacer: pescar. Contratan a Manuel Otero como patrón. En total la tripulación suma 17 hombres.

La Guerra Civil española fué muy dura para todos. Y estos hombres, por diversos motivos, deciden escapar de la barbarie. El 16 de agosto de 1937 abandonan O Grove, rumbo a Francia con la intención de exiliarse. Llegan a Guilvinec, y de ahí pasan a Concarneau en donde deciden quedarse.

Pronto empiezan los problemas. Las autoridades francesas no les permiten dedicarse a pescar, así que trabajan en todo lo que les sale. La Guerra Civil española termina, y las autoridades les ordenan regresar con el barco. Para evitar dicha orden, ponen la embarcación bajo pabellón francés.

Pero estalla la Segunda Guerra Mundial, y ellos todavía en Concarneau, son obligados a entregar el barco, que es inmobilizado e incluso las piezas del motor son desmanteladas. En 1942 los alemanes ocupan la población, y requisan el barco para labores de transorte de tropas, avituallamiento e incluso remolcador. Mientras tanto, los bombardeos de los aliados sobre toda la zona son constantes y por ellos los alemanes deciden ahora minar todo el puerto. Las naves, entre ellas el Nuevo Emden, son hundidas.

Termina la guerra, el barco es reflotado y entregado a sus legítimos propietarios, aunque en un estado lamentable. Pero de poco les va a servir a estos gallegos exiliados. La prohibición que tienen para dedicarse a la pesca comercial continúa vigente. Piensan en marchar a Marsella, porque quizás allí sean menos duros y les permitan trabajar. Y cogen el barco y atraviesan con él Francia. Pero al llegar al puerto marsellés se dan cuenta que tampoco aquí van a poder hacer nada contra el veto de las autoridades.

Regresan a Concarneau, al fin y al cabo se ha convertido en su casa. Y de pronto les surge una oferta que en principio parece muy buena. En Guatemala hay demanda de mano de obra para las actividades pesqueras, incluso el gobierno guatemalteco parece ser que concede ayudas y todo. La idea de marchar rumbo a América no es nueva, pero ahora, ante la desesperada situación en Francia y la oferta surgida, no hay otra salida. Intentan cargar su pequeño barco en las bodegas de algún buque mercante, pero las gestiones no prosperan, así que Juan Aguiño, con tres hombres de su tripulación (el resto ha ido regresando a España, o se queda en Francia), hacen lo único que pueden. Se avituallan todo lo que pueden y deciden atravesar el Atlántico.

Salen de Concarneau el 8 de septiembre de 1948, pasando delante de las costas gallegas, rumbo a Casablanca. Luego están alrededor de un mes en el puerto de Dakar, arreglando averias y carenando el barco. Pasan por las costas de la Guayana Francesa, Trinidad y Tobago y llegan a Puerto Barrios (Guatemala) el 2 de enero de 1949. Pero la pesca no es lo que se habían imaginado. Hay poca pesca. Hay poco consumo con lo que los precios no son muy altos. Y ni las ayudas son suficientes como para continuar trabajando mucho más tiempo. Hay que marchar.

Ahora, el nuevo puerto de destino será Batabanó, en Cuba. Juan Aguiño se dedicará a la pesca del camarón entre la isla caribeña y la península de Florida. Son buenos años. Se gana dinero. Incluso reclama a su mujer y a su hijo, y piensa en crear una empresa. Se le cambia el nombre al barco. Ahora es el "Juanito".Pero para este hombre el destino le tenía otra deuda pendiente. En 1959 estalla la revolución cubana. Fidel se hace con el poder y su barco es requisado para formar parte de una cooperativa.

Sin barco, sin dinero, Juan Aguiño regresa a España (a donde había devuelto poco antes a su mujer y su hijo), a su pueblo. No se conforma. Luego de unos meses en O Grove, decide volver a intentarlo. Regresa a Cuba, en donde el barco le es devuelto. Ahora las condiciones son distintas de antes de Castro. La corrupción se está asentando en todas partes, ya no puede vivir de la pesca. Lo intenta en Honduras. Pasa lo mismo.

Cansado, hastiado, vende su barco, compañero de tantas aventuras, a una compañía norteamericana por 10.000 dólares y regresa definitivamente a España. Su tiempo ha terminado.

Ahora se ha rodado un documental con la increible historia de este barco y de su tripulación. De todos ellos sólo sobrevive uno, Arturo Meis Vila que vive en Miami. Si quieres saber más sobre dicho documental puedes pinchar en el siguiente enlace donde no solamente sale la ficha artística y técnica, sinó que también hay un trailer de la película y enlaces a la lista de la tripulación hecha por las autoridades de Concarneau, así como la portada de la causa militar abierta a los tripulantes.

Tuvieron el acierto de realizar el estreno en O Grove, el 20 de septiembre del año pasado.

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