14 octubre 2007

El final de la Orden del Temple

La Primera Cruzada termina con la conquista de Jerusalén en el año 1099 y la fundación del Reino de Jerusalén. Al año siguiente sería proclamado rey de este nuevo reino, Balduino I.

Ni este rey ni su sucesor Balduino II, contaban con los medios necesarios para defender sus nuevos territorios y ni mucho menos las rutas de peregrinaje que surgían hacia este nuevo lugar , por eso, cuando en 1118 un grupo de nueve caballeros deciden quedarse para defender Jerusalén, Balduino II se lo agradece donándoles la mezquita de al-Aqsa, que a la sazón formaba parte del Templo de Salomón. Así surge la Orden de los Caballeros del Templo de Salomón.

En palabras del historiador Jacques de Vitry:

"Ciertos caballeros, amados por Dios y consagrados a su servicio, renunciaron al mundo y se consagraron a Cristo. Mediante votos solemnes pronunciados ante el Patriarca de Jerusalén, se comprometieron a defender a los peregrinos contra los grupos de bandoleros, a proteger los caminos y servir como caballería al soberano rey. Observaron la pobreza, la castidad y la obediencia según la regla de los canónigos regulares. Sus jefes eran dos hombres venerables, Hugo de Payns y Godofredo de Saint-Omer. Al principio no había más que nueve que tomasen tan santa decisión, y durante nueve años sirvieron en hábitos seculares y se vistieron con las limosnas que les daban los fieles."

Los Templarios comenzaron escoltando a los peregrinos en su viaje a Jerusalén, pero poco a poco fueron creciendo en número e influencia, sobretodo a partir de la creación de su regla en el año 1130.

A pesar de la caída de Jerusalén ante Saladino en el año 1244 y el traslado de su cuartel general a San Juan de Acre, primero y a Chipre después, la Orden no perdió importancia de tal modo que en este siglo se puede decir que fué la organización más poderosa que existió en Europa Occidental.

El dinero lo conseguían por los préstamos que realizaban, por las alcábalas que cobraban de sus bienes inmuebles, por las donaciones que recibían, por las comisiones cobradas al avalar una especie de Letras de cambio, en un momento en que viajar con dinero era extremadamente peligroso, por el alquiler de los barcos que poseían en propiedad.....

Tanto poder en manos de una única organización desató muchísimas envidias y conjuras que terminaron en la noche del 13 de octubre de 1307, hace 700 años, con la encarcelación de Jacques de Molay (el último Maestre de la Orden y que sería juzgado el 24 de octubre) y 138 Caballeros más, a lo largo de todo el país de Francia. Y aunque los Templarios estaban bajo la autoridad papal, la orden de detención salió del rey francés Felipe IV, que estaba agobiado por las deudas que tenía contraídas con los del Temple y muy probablemente envidiaba sus riquezas.

El próximo día 25 de este mes el Vaticano publicará las actas del proceso a los Caballeros del Templo, y que se han conservado en el Archivo Secreto Vaticano

1 comentario:

raindrop dijo...

Siempre pasa que las mejores intenciones se malogran cuando se las acompaña de tanta cota de poder. Ya se dice eso de que "el poder corrompe".
Me ha gustado mucho esta reseña histórica.

(Lo del juicio de los templarios tiene pinta de ser una farsa. Me refiero al proceso en sí)

Besos