16 junio 2008

Un comentario

Hoy he hecho una cosa que nunca imaginé que haría. He eliminado del blog un comentario. Es la primera vez que lo hago, y ojalá que sea la última.

En una entrada publicada a finales del año pasado, una persona anónima dejó un insulto. Y lo peor de todo es que, encima, dejó una falta de ortografía tan gorda que mis ojos han sufrido una ceguera momentánea.

Así, sin más.

No añadió nada más que el insulto. Sólo un insulto. Y si al menos fuera original, tendría un pase. Hay miles de formas de insultar a alguien, algunas de ellas incluso con tanto salero, garbo, distinción y conocimiento que si hubiera sido el caso pues no habría tenido valor de borrar dicha entrada.

No me gusta ser censora. No quiero ser censora. Puedo compartir tu opinión, o ver las cosas totalmente al revés. Siempre lo respetaré. Pero, por favor, nada de insultos soeces, y muchísimo menos coces (que ya ni de patada se trataba) al diccionario.

Nota para el anónimo que he censurado: "Vamos", del verbo "ir", SIEMPRE se escribe con "V". Jamás con "B", que la debes de emplear para cuando te describas.....B U R R O

1 comentario:

raindrop dijo...

No me quiero meter en el asunto en cuestión, pero sí quería hablar sobre la censura en la blogosfera. Es cuestionable la censura de un pensamiento, una opinión... porque significa limitar el abanico de ideas e imponer el pensamiento único. Pero eliminar (que no censurar) los insultos o las descalificaciones denigrantes del panorama bloguístico no me parece nada cuestionable (todo lo contrario, me parece necesario para preservar las ideas y las opiniones).
Por otra parte, qué fácil es decir estupideces bajo la impunidad de la etiqueta anónimo. Eso me llevó, en mi blog, a desactivar la opción de permitir comentarios anónimos. No hay ideas que no tengan dueño. Bueno, pues que den la cara esos dueños.

besos